Huelva

4 marzo, 2011| Estudios Heráldicos

·En campo de plata un árbol de sinople con el tronco en su color natural puesto sobre un monte de sinople; acostado, a su diestra, de un ancla y, a la siniestra, de un castillo de oro aclarado de gules. Bordura de azur con la inscripción «Portus maris et terrae custodia».

LA HUELLA ARQUEOLÓGICA

De la antigüedad del poblamiento en el suroeste peninsular dan buena cuenta los hallazgos arqueológicos que se han realizado en todo el territorio onubense. Bifaces achelenses aparecidos en los yacimientos paleolíticos de La Dehesa, El Monturrio o La Antilla, vienen a confirmar la presencia humana en el territorio provincial desde la más remota prehistoria.
A fines del Neolítico, con la llamada Edad del Cobre, el fenómeno megalítico es quizás el primer esplendor de estas tierras. Es en estos tiempos, cuando el metal empieza a trabajarse, las piritas cupríferas de la Cuenca Minera onubense comienzan a explotarse y el beneficio del mineral queda presente en yacimientos como los de Cueva de la Mora, en Jabugo, al norte de la provincia, o en Papa Uvas, un poblado al borde del mar cerca de Aljaraque, en el sur.
La evolución en los trabajos del metal se constatan también‚ ya entrada la Edad del Cobre, a lo largo y ancho de la provincia. Cobre Pleno en el Cabezo de los Vientos o Cobre Final en los enterramientos en cista de Zufre no hacen sino constatar muestras de progreso en esta región meridional.

El fenómeno megalítico es especialmente significativo a lo largo de toda la provincia de Huelva – el Museo Provincial muestra gran cantidad de piezas y objetos de esa clase-. Fabulosas construcciones funerarias, los dólmenes, se reparten por la provincia de Huelva y especialmente por la franja pirítica y los campos de El Andévalo‚. Toda la cabecera del río Tinto está sembrada de estas enormes piedras recubiertas posteriormente con tierra para así salvaguardar los enterramientos de saqueadores y profanadores. Los dólmenes de la Vía en Zalamea La Real, de la Canina en El Campillo, la Tumba del Moro en Berrocal, la Lancha en Nerva o la Adelfa en Zufre se enmarcan en zonas ricas en metales o muy próximas a ellas. Zonas costeras, producto de colmataciones cuaternarias y por tanto más recientes y exentas de riqueza mineral, también fueron pobladas por estas gentes del Bronce. En una visita al Dolmen de Soto, tan cerca de la zona costera, sorprende comprobar cómo piedras tan enormes y pesadas pudieron, durante estos remotos tiempos, ser trasladadas desde lugares que, por lo menos, distarían varias decenas de kilómetros, en línea recta, desde su probable lugar de procedencia. Son estos vestigios de la presencia en la península de antiguas culturas, fuentes inapreciables para el estudio de la historia y de los parajes cautivadores para los aficionados a recorrer senderos y caminos.
Una lógica evolución en el conocimiento de los metales, por contacto con los hombres de otras procedencias, hace que la aleación del cobre y el estaño nos traslade a la que se conoce como Edad del Bronce.
Más desarrollada, con materiales mejor terminados y de innovadoras concepciones técnicas, está presente en Huelva en yacimientos como los de La Vega de Pedro Benítez y Arroyo Piernaseca en Santa Bárbara en los descubrimientos de Las Mingorreras en El Cerro de Andévalo. También Nerva, Valverde del Camino o el pantano de Aracena son buenos ejemplos de la época del bronce final. Tanto estos yacimientos como los de Alájar o Cabezas Rubias preludian la cultura prerromana más importante de Europa Occidental, los Tartessos. La oscura y mítica civilización de cuyo esplendor nos hablan los clásicos y los libros sagrados de la Biblia.
TARTESSOS Y LAS CULTURAS PRERROMANAS

Entre la leyenda y la referencia bíblica – el Tharsis del Libro de los Reyes -, Tartessos contacta con el mundo griego a mediados del siglo VII a.C.
Encontramos referencias, envueltas en magia y mitología, en los textos de Estrabón, quien habla de los turdetanos como descendientes de los tartessios, siendo frecuente encontrar citas griegas apelando al rey Habis, grande y justo, a quien se atribuyen las primeras leyes, o a otro gran rey, Argantonios, del que se cuenta que desarrolló la agricultura, o Gerión, hijo de dioses que surgieron del Atlántico, o quizás de la Atlántida perdida, el continente que surgió tras el hundimiento de otro aún más remoto.
Leyendas, tradiciones y mitos movieron a no pocos románticos a buscar en estas tierras, entre el Guadiana y el Guadalquivir, tesoros de valor incalculable que se atribuían a estos personajes, mitad dioses y mitad reyes de la rica Tharsis o Tartessos.
Queda claro en todo caso, y está contrastado arqueológicamente, que en estas tierras floreció una avanzada cultura gracias al contacto del elemento indígena o autóctono, dedicado al pastoreo y la agricultura, con otros orientales, fenicios, resultando de ello una relevante cultura metalúrgica y comercial en los albores del bronce final.
Resultado de las excavaciones realizadas en los últimos años, descubren núcleos de población dedicados a la fundición de metales preciosos y bronce, viviendas de planta circular u ovalada, anejas a zonas de trabajo próximas a bosques y arroyos, de donde se extraería toda la madera necesaria para los hornos de fundición.
Nuevamente debemos de asomarnos al Museo Provincial de Huelva para poder apreciar el valor, sobre todo estético y testimonial, de esta antigua civilización. En la capital de la provincia aparecen estigios agrupados – en toda la zona alta de la ciudad, incluyéndose la Necrópolis de La joya – que nos permiten hablar de la elección de este lugar, entre ríos y elevado sobre los pequeños montículos de margas Y calizas denominados vulgarmente ‘cabezos’ como centro o, al menos, como importante comunidad de fundadores tartessios. La localización geográfica en las proximidades de las minas de cobre, una buena comunicación con el estaño atlántico y emplazamiento a la salida del Mediterráneo sitúan a Huelva en la mitad del camino entre los productores de estaño y los consumidores mediterráneos de bronce.
Al noreste de la capital de la provincia, donde las fértiles tierras de El Condado casi alcanzan la franja pirítica, aparece el yacimiento, visitable, de Tejada la Vieja. Se cumplen aquí los par metros arriba indicados.
Este importante yacimiento arqueológico está enclavado en una zona actualmente despoblada, lejos de centros urbanos, lo que ha permitido excavar el yacimiento en toda su extensión y recuperar los modos de vida del siglo Vlll antes de nuestra era.
Fue de vital importancia para la oscura y mítica civilización tartéssica su contacto con la Grecia Clásica. Después de la llegada a occidente del hierro y la derrota de Grecia y sus aliados en la batalla de Alalia, queda el comercio mediterráneo en manos de los cartagineses; se rompen las relaciones de las costas onubenses con el ática y llega la decadencia y desaparición de la cultura tartessia, que actualmente todavía espera, semiescondida en las vitrinas de muy pocos museos, nuevos hallazgos y revelaciones que la ofrezcan a la historia de la humanidad en todo su esplendor.
DE ROMA A LOS REINOS DE TAIFAS. EL CONDADO DE NIEBLA

El desarrollo cultural de los herederos de Tartessos, en el litoral y la campiña, alcanzado por su amplio contacto con culturas del oriente mediterráneo permiten que la zona, tras la derrota de Cartago, se sume sin dificultades a un rápido proceso de romanización.
Las poblaciones de La Sierra, carentes del contacto directo con los elementos orientales encuentran dificultades de aculturación. A pesar de ello la Baeturia Céltica, minera, agrícola y ganadera entra de forma paulatina en la órbita imperial y distintas poblaciones autóctonas, al tiempo que primitivos campamentos militares, llegan a formar un mosaico romano sobre los restos de la civilización turdetana. Entre las poblaciones más importantes durante la dominación romana figuran Onoba, la actual Huelva, en el litoral y con categoría de status coloniae, llipla, hoy Niebla, que fuera status municipii, puerto fluvial sobre la estratégica calzada romana que unía el Guadalquivir con el Guadiana de la que queda como resto más importante el puente, hoy en día en uso, de la ciudad amurallada, Ostur, de difícil localización, Ipticci, posiblemente la mencionada Tejada la Vieja y Arucci, la que fuera importante ciudad de la zona serrana, Aroche.
Una primitiva resistencia a esta nueva colonización y después de un breve periodo de culturación, origina en la zona una importante fusión de culturas en todo lo que es el bajo Guadalquivir, región en la que se inserta el actual territorio de la provincia de Huelva.
No es de extrañar, entonces, que sean habituales en pequeños museos locales o en iglesias y otros lugares públicos la existencia de placas, objetos o esculturas romanas. El Museo Provincial de Huelva, muestra desde una enorme noria, procedente de la explotación minera de la época, hasta candiles, esculturas u otras muestras de la vida y el arte romano en este rincón de la Bética.
Una de las curiosidades más llamativas es la existencia de numerosas factorías de salazones (Punta Umbría, Doñana … ) que hay en las costas onubenses. En ellas se elaboraba el conocido garum, condimento o salsa del que sólo se conoce su elaboración a base de tripas de pescado azul maceradas. El garum, fabricado en la Bética, se distribuía por el Imperio y alcanzaba unos precios realmente sorprendentes.
Diluido el poder imperial, los visigodos, antiguos mercenarios de Roma avanzan sobre la región y el vacío de poder que los hispanorromanos intentaron evitar, poniéndose en manos de Bizancio provoca unas interminables luchas que se alargan durante casi todo el siglo VI. Es una auténtica guerra civil entre ambos bandos. Hasta la llegada del Islam esta situación se va a prolongar en todo el territorio de lo que es hoy provincia de Huelva.
A comienzos del s. Vlll el sur de nuestra península es ocupado muy rápidamente por los árabes. Después de la capitulación de Sevilla, una ciudad tan importante como era, y sigue siendo, los visigodos que se resistían vigorosamente al empuje islámico logran refugiarse en la localidad de Niebla. Desde la antigua Ilipla se organizan ataques con el objetivo de recuperar la ciudad hispalense, pero todos resultan infructuosos. La dominación árabe es un hecho comprobable en toda la región pero al menos, en estos territorios del suroeste peninsular se respeta la propiedad de los territorios y las prácticas religiosas de los hispanorromanos.
La importancia estratégica de Niebla en esta época es determinante en bastantes conflictos. Mientras que dura el Califato de Damasco, la ciudad es el cuartel general de las tropas sirias enviadas para sofoca las revueltas beréberes en toda la zona. Más tarde, durante el Emirato Independiente, se asientan los árabes yemeníes, más sedentarios y tan celosos de su independencia que llegan a enfrentarse a los intentos centralizadores de Abderramán I. A mediados del siglo IX, los vikingos aquitanos saquean Sevilla y se dedican a tareas de pillaje durante una buena época por el bajo Guadalquivir. Su centro de actividades y plaza fuerte no va a ser otro que la amurallada ciudad iliplense.
Además de Niebla, otro centro importante de la comarca durante dominación árabe es la actual capital provincial, Huelva. Con los reinos de Taifas y la decadencia almorávide surgen dos reinos independiente, por estos lugares, Huelva y Niebla. Esta situación persiste hasta bien entrado el siglo Xlll, cuando tropas cristianas procedentes de Castilla reconquistan el suroeste peninsular. Distintas Ordenes Militares vienen a ocupar estas tierras. En 1240 la Orden del Hospital entra en Aracena y Aroche, la de Santiago hace lo propio en lugares como Ayamonte, Alájar, en la misma década, y finalmente, en 1262 con Alfonso X el Sabio, toda la zona pasa a depender de la corona castellano-leonesa.
La Reconquista ha concluido y la Huelva bajomedieval va a sentar las bases, científicas y técnicas, de un hecho trascendente para la historia de la humanidad.
EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

Si todo pueblo que se precie debe de sentirse orgulloso de su ‘pequeña historia’, localidades como Palos o Moguer y en general toda Huelva lo están de una gesta que protagonizaron gentes de la tierra.
El Descubrimiento de América y las relaciones entre Huelva y las tierras del otro lado del océano son, y han sido siempre, algo presente en la memoria colectiva de este pueblo. Pero no sólo el hecho histórico sino en lugares tangibles, monumentos, edificios, tradiciones y costumbres que han marcado la idiosincrasia y el carácter de los onubenses palpita un alma americana.
Decía Chaunu que Colón «llegó a Portugal cincuenta años demasiado tarde y a Inglaterra y Francia medio siglo demasiado pronto». A las costas de Huelva llegó en el momento oportuno.
En aquellos años de finales del siglo XV, las costas atlántico-andaluzas y sobre todo las cercanas de Portugal, eran testigos de un desarrollo técnico y científico en el arte de la navegación que posibilitaban cruzar esa inmensidad desconocida que era la mar océana. Por otro lado, una nueva Europa necesitaba ampliar las fronteras para sus mercados y demandaba nuevos productos. El viaje colombino era muy necesario.
Para que esto se llevara a cabo sólo se necesitaban las circunstancias necesarias y estas únicamente podían darse, por el azar o por caprichos del destino, en las costas onubenses. En efecto, aquí se encontraban no sólo los medios adecuados sino los hombres y los marinos expertos y experimentados en recorrer las costas afroatlánticas. También el uso de barcos modernos y muy avanzados técnicamente, como la carabela, y toda una serie de circunstancias apuntaron a que fuera el puerto de Palos de la Frontera el lugar ideal para dar forma a la aventura americana.
Entre otras muchas ‘casualidades’, se cuenta con el hecho demostrado de la existencia de una sentencia por la cual la villa palerma debía aportar dos naves con su correspondiente tripulación para una empresa descubierta y, lo más importante, el tratado de Alcaçovas-Toledo firmado entre la corona española y la corona portuguesa, que impedía a sus naves tanto el comercio como la navegación por las rutas hacia oriente. Entonces sólo quedaba occidente y quedaba también el valor, la habilidad y la experiencia de marinos como los Pinzón o los Niño artífices al fin y al cabo del éxito de esta empresa auspiciada por los Reyes de Castilla y León y que meditada por los franciscanos del convento de La Rábida, vino a sumar todo un nuevo continente a la historia de occidente.
En estas tierras colombinas quedaron los reflejos de tan apoteosis aventura. La Iglesia de San Jorge, La Fontanilla en Palos, el Convento de Santa Clara en Moguer, La Rábida, Huelva. Aquí han quedado huellas y el recuerdo del Descubrimiento de América, de los primeros viajes andaluces que también protagonizaran marineros de estas costas en los inicios del s. XVI y, sobre todo, de unas relaciones con el Nuevo Mundo que todavía no han cesado.
LA EDAD MODERNA Y LA CONFORMACIÓN DE LA PROVINCIA DE HUELVA

El territorio que hoy ocupa la provincia de Huelva estuvo dividido durante el Antiguo Régimen en tierras de realengo al norte y señoríos al sur. Las posteriores transformaciones de la propiedad señorial hacen caer en desuso las formas del Antiguo Régimen, creándose una serie necesidades en cuanto a la división territorial que pasan por distintos avatares.
Así, tras la invasión napoleónica, se lleva a cabo, gracias a las nuevas ideas que aporta a España el gobierno de José‚ Bonaparte, un primer intento de división departamental.
Otros intentos vendrían de la mano de las Cortes de Cádiz, primero, y posteriormente con el advenimiento del Trienio Liberal. Será en el año 1833 cuando se realice la división por provincias que aún existe, grandes modificaciones, en todo el territorio español. Se divide tres partes el antiguo reino de Sevilla, formándose en este nuevo territorio dos nuevas delimitaciones administrativas, son las provincias de Cádiz y Huelva.
LA MINA Y EL DESARROLLO INDUSTRIAL

A mediados del siglo XIX, con la instalación de empresas extranjeras en la franja pirítica, sobre todo de origen británico, se van a producir algunos cambios tanto en la sociedad y como en las mentalidades verdaderamente notables. El auge minero llegó a hacer de las Minas de Riotinto el mayor centro minero del mundo durante el último cuarto del siglo. Cinco líneas de ferrocarril funcionaban entonces en los contornos de la zona. Tres de ellas tenían como una funcionalidad, exclusivamente, dedicada al transporte del mineral.
Hoy se pueden localizar líneas férreas en desuso muy apropiadas para practicar senderismo y adentrarse en zonas de alto interés paisajístico con muy buena referencia de localización.
La provincia de Huelva ha sido durante siglos, un centro minero de importancia universal. La presencia de los británicos en Huelva ha dejado numerosos legados, desde el Taller de Bordados de Riotinto, donde se confeccionan labores de un alto valor artesanal, hasta la práctica de deportes que se iniciaron en esta provincia a finales del pasado siglo, como el tenis, fútbol, golf o tiro con arco. También la gastronomía tiene recuerdos de la época, scones o mermeladas de naranja agria al más puro estilo inglés.
El auge económico de la época llevó a la colonia extranjera, sobre todo, a llevar a cabo los actos conmemorativos del IV Centenario del Descubrimiento de América y en Huelva quedó como recuerdo de aquellas celebraciones el edificio conocido como ‘Casa Colón’, hoy remozado y escoltado por las modernas instalaciones del Palacio de Congresos anejo al viejo edificio de sabor colonial.
Tras la nacionalización de las minas durante el año 1954, vino a estas tierras onubenses el Plan de Desarrollo de los sesenta y con él un acelerado proceso de industrialización que, sumado al auge pesquero de las décadas anteriores, modificó totalmente los hábitos de vida y las costumbres de los habitantes de estas tierras onubenses.
Todas estas transformaciones sociales se consolidan durante las últimas décadas, cuando la economía provincial ve como van llegando nuevas alternativas económicas.
LA ALTERNATIVA VERDE. AGRICULTURA, TURISMO Y CONSERVACIÓN

Las nuevas técnicas agrícolas, junto a las explotaciones racionales de los recursos turísticos y a la protección de la naturaleza producen una demarcación de las líneas maestras para los nuevos planteamientos económicos de la provincia de Huelva.
La agricultura en unas tierras que disfrutan durante todo el año de una luminosidad poco normal en otras latitudes, la abundancia de agua y de las modernas técnicas agrícolas empleadas en los campos onubenses, han dado un increíble y activo vuelco a este sector. Flores cortadas, naranjas, fresas y muchos otros productos agrícolas parten de Huelva durante todas las épocas del año con puntos de destino que están repartidos por toda la geografía europea.
De forma paralela, una acertada y rígida política de protección de los espacios naturales – en la provincia de Huelva uno de cada tres metros cuadrados está legalmente protegido – ha posibilitado que se busquen continuadamente nuevas formas de explotación turística y que a éste tradicional turismo de sol y de playa, – que encuentra, lógicamente, su espacio ideal – se sumen ahora nuevos conceptos como el de el turismo rural, el senderismo, o las prácticas deportivas al aire libre, golf, náutica, ciclismo. Toda una gran variedad de nuevas ofertas que van a llevar implícitas el amor y el respeto hacia todo lo que sea naturaleza. Y todo esto sucede en una tierra donde la naturaleza ha gozado siempre de un trato excepcional.

Categories: Andalucia, Heráldica geográfica

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