Jaén

7 marzo, 2011| Estudios Heráldicos

Escudo cuartelado: primero y cuarto campo de oro; segundo y tercero campo de gules. Bordura componada de castillos y leones.

Jaén es una de las ciudades más antiguas de España, ya que recientemente ha sido descubierto el yacimiento neolítico de Marroquíes Bajos, en el norte de la ciudad, que data de aproximadamente 2.500 años antes de Cristo, con viviendas dispuestas en círculos concéntricos y una incipiente infraestructura hidráulica.

Jaén fue a continuación un campamento cartaginés, antes de la llegada de los romanos, que le dieron el nombre de «Auringis» o «Aurgi», por la presencia de oro. Aún quedan algunos vestigios de esa época.

Después de la etapa visigoda, la dominación musulmana de la denominada «Geen» (camino de caravanas) se extendió hasta la conquista por Fernando III «el Santo» en 1246. Hasta esa fecha Jaén era cabecera de su propio reino y una de las mayores ciudades de Europa.

Jaén es una de las ciudades más antiguas de España, ya que recientemente ha sido descubierto el yacimiento neolítico de Marroquíes Bajos, en el norte de la ciudad, que data de aproximadamente 2.500 años antes de Cristo, con viviendas dispuestas en círculos concéntricos y una incipiente infraestructura hidráulica. Jaén fue a continuación un campamento cartaginés, antes de la llegada de los romanos, que le dieron el nombre de Auringis o Aurgi, por la presencia de oro. Aún quedan algunos vestigios de esa época. Después de la etapa visigoda, la dominación musulmana de la denominada Geen (camino de caravanas) se extendió hasta la conquista por Fernando III el Santo en 1246. Hasta esa fecha Jaén era cabecera de su propio reino y una de las mayores ciudades de Europa.

La ciudad de Jaén, capital de la provincia de su nombre, se alza al pie del Cerro de Santa Catalina, en torno a cuyas laderas se apoya buena parte de su recinto urbano. De ahí el que abunden las calles empinadas y de pronunciada pendiente.

Abrazada al S. y S.O. por un semicírculo de montañas que confieren agreste apariencia al paisaje, hacia el N. y N.E. se extiende en amplias y resecas campiñas.

Ciudad de origen antiquísimo, sus primeros vestigios de población se han descubierto en los alrededores de la actual calle de Cristo Rey y en una cueva sita en el paraje de Caño Quebrado, próximo al actual Castillo. A poca distancia de la ciudad actual, en el lugar conocido como Plaza de Armas, cerca del Puente Tablas, se ha localizado una ciudadela ibérica.

Dominada hacia el año 207 a. C. por Publio Cornelio Escipión, los romanos consolidaron su inicial núcleo de población, dándole los nombres de Auringi, Orongi y Aurgi. En el año 74, Vespasiano la declaró municipio. Según la tradición, uno de los Siete Varones Apostólicos, Eufrasio, introdujo en ella el cristianismo.

En el año 712, cae en manos de los árabes, que la denominan Yayyan. Otro de sus topónimos sería el de Geen o «lugar de paso de caravanas». Durante la dominación árabe se fijarían ya las líneas básicas de su desarrollo urbano, convirtiéndose la ciudad en una plaza fortificada que jugaría un importante papel en las luchas internas de este período histórico.

Tras ser sometida a varios cercos, Alhamar la entregó al rey Fernando III, en la primavera de 1246.

El rey castellano amplió y consolidó sus defensas, convirtiéndola en una plaza fronteriza de gran interés estratégico. Trasladada a Jaén la sede del obispado, que hasta entonces estuvo en Baeza, a partir de 1249 la ciudad acrecentaría su pujanza como capital del reino y obispado de su nombre, prestando inestimables servicios a la corona de Castilla en su calidad de avanzada hacia “tierra de moros”. Con este motivo, los monarcas castellanos le concederían singulares privilegios, entre los que destaca la concesión por Enrique II de una leyenda que orlara su escudo de armas, con la inscripción emblemática de “Muy Noble, Famosas et Muy Leal Ciudad de Jaén, Guarda e Defendimiento de los Reinos de Castilla”.

Durante los siglos XIII al XV, la actividad bélica en la ciudad y sus alrededores sería continua, sufriendo varios asaltos y saqueos. La residencia en Jaén, entre los años 1460-1463 del Condestable de Castilla, don Miguel Lucas de Iranzo, privado de Enrique IV, sería motivo de un cierto florecimiento continuado al hacerla los Reyes Católicos base logística en sus campañas para la conquista de Granada.

A partir de 1492, comienza su lento y paulatino declive, que se acentúa en los siglos XVII y XVIII. Su economía, básicamente agraria y su pobre sistema de comunicaciones, hacen que la ciudad se estanque y empobrezca. También se inicia entonces una amplia emigración de giennenses más allá de los océanos, de la que son evidente testimonio la existencia de otras ciudades llamadas también Jaén, en Perú y en Filipinas.

En los comienzos de XIX la Guerra de la Indendencia vuelve a convertir la ciudad en una plaza fuerte de interés logístico y estratégico, lo que al final traerá consigo una inevitable decadencia económica, de la que Jaén no se recuperará.

Por su situación geográfica, Jaén será en la primera mitad del XIX paso obligado en los pronunciamientos militares, siendo aquí donde en septiembre de 1824 terminará la efímera gloria del general don Rafael Riego.

Fijada en la ciudad la capitalidad de la provincia de Jaén, tras la división administrativa y territorial de 1833, la ciudad se convertirá en una capital provinciana con una endeble economía basada en la actividad agraria, la administración y los servicios.

Será a partir de 1960 cuando Jaén iniciará un notable crecimiento que acabará por transformar casi por completo su conjunto urbano.

Hoy, con 113.141 habitantes, Jaén, sin renunciar del todo a sus notas distintivas, está adquiriendo una nueva fisonomía.

Categories: Andalucia, Heráldica geográfica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *