De azul, una torre de oro aclarada de gules, acompañada en jefe un creciente contornado de plata, a la diestra de una gavilla de trigo de oro, atada de gules, y a la siniestra de un pino de plata, todo sobre una terraza de verde, timbrado con la Corona Real Española
Los restos arqueológicos hallados demuestran presencia humana desde épocas prehistóricas. Existen vestigios desde el Paleolítico Inferior. En el recinto del antiguo castillo y zonas cercanas como La Escuchuela se han hallado restos de poblamientos tartésicos e ibéricos. De hecho, la demolición de una vivienda situada en el popular barrio de La Escuchuela dejó al descubierto en el verano de 2007 restos de un asentamiento íbero del siglo V a.C.
Los estudios realizados por la firma Arqueoterra sobre la parcela ubicada en las proximidades de la Parroquia de Santiago Apóstol permitieron constatar la existencia de estructuras cuadrangulares y rectangulares que podrían tratarse de viviendas, tanto por sus dimensiones como por los espacios que las delimitan mediante muros de piedra. Junto a una serie de estancias construidas a base de mampuestos de piedra calcarenita y de muros de adobe, aparecieron también numerosos restos óseos animales y fragmentos de cerámica que podrían datarse en torno al siglo V o VI a.C., si bien se pudo constatar la existencia de algunos materiales característicos del siglo VIII a.C.
La Batalla de Munda
La Batalla de Munda tuvo lugar el 17 de marzo del año 45 a. C. en Los Llanos de Vanda, un paraje que numerosos autores sitúan en las cercanías de la actual Montilla, en la Baetica romana. Ésta fue la última contienda armada de la Segunda Guerra Civil Romana, librada entre populares (liderados por Julio César) y optimates (liderados tras la muerte de Cneo Pompeyo Magno por sus hijos, Cneo y Sexto).
Tras la victoria del ejército de Cayo Julio César –integrado por la temible Legio X Equestris y por soldados del rey Bogud de Mauritania-, el prestigioso militar romano pudo regresar a Roma y ser nombrado dictador. Tras la contienda que tuvo lugar en Munda, Julio César tomó Córdoba y pacificó la Hispania Ulterior. Sin lugar a dudas, el espíritu y la mente del prestigioso militar y político romano cambió tras la carnicería que presenció en Munda, de ahí su disposición a remodelar leyes y a crear otras nuevas en beneficio del pueblo.
Época musulmana
De la época musulmana se tienen pocas noticias. La zona estuvo casi despoblada y fue limítrofe con las coras de Cabra y Córdoba. En la actualidad se conserva, en el límite con el término municipal de Aguilar de la Frontera, restos de lo que pudo ser un puente árabe.
Baja Edad Media
Con la conquista cristiana por Fernando III El Santo (1240), las tierras montillanas pasaron al señorío de Aguilar siendo repobladas por gentes de León. Conseguida la independencia y el título de villa (1371), sustituiría a Aguilar como centro del señorío de los Fernández de Córdoba, posteriormente Marqueses de Priego. El más destacado miembro de esa dinastía fue Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, uno de los militares más importantes de todos los tiempos.
El Siglo de Oro
El siglo XVI fue el de mayor importancia histórica y cultural de la ciudad, título concedido por Felipe IV (1630). Se levantaron los edificios más importantes, aunque se demolió el castillo por orden de Fernando El Católico, y llegaron a Montilla vecinos tan ilustres como San Juan de Ávila y el Inca Garcilaso de la Vega.
Montilla, entre el siglo XVII y la Edad Contemporánea
Durante los siglos XVII y XVIII, Montilla sufrió una gran crisis económica con el empobrecimiento de su población y el ataque de numerosas epidemias y malas cosechas. En 1726 fue canonizado el montillano San Francisco Solano, importante evangelizador en América del Sur.
En el siglo XIX se vivieron luchas contra los franceses, enfrentamientos entre absolutistas y liberales, revueltas contra Isabel II, la gran epidemia de 1855 y los famosos sucesos de Montilla durante la proclamación de la Primera República.
La primera mitad del siglo XX se caracterizó por la extensión de las ideas republicanas y más tarde socialistas, el anticlericalismo y las organizaciones obreras. Durante la época de Primo de Rivera se produjo la expansión del sector vinícola.
Con la Guerra Civil, Montilla se vio libre de enfrentamientos bélicos aunque muchos montillanos combatieron por sus ideas o fueron fusilados. Tras una difícil posguerra, Montilla sufrió la emigración, principalmente a Cataluña. En los años sesenta se produjo una expansión económica basada en la industria del vino que situó a Montilla en los primeros lugares de la provincia. Hoy forma parte del triángulo de ciudades consideradas “motor de la economía cordobesa”.
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