En campo de plata un castillo de piedra sumado de una bandera de plata y sable.
Los orígenes de Motril no están claros, si bien sabemos que esta ciudad se entrega a los Reyes Católicos Isabel y Fernando en 1492, conforme a las capitulaciones de Santa Fe, aunque hubo diferentes sublevaciones hasta primeros del siglo XVI.
El 3 de septiembre de 1500 los Reyes Católicos conceden la merced a la villa de Motril de disponer de su propio gobierno municipal.
Durante todo este siglo nos encontramos con frecuentes ataques berberiscos y turcos, lo que hace que Motril se estructure en forma de fortaleza, ejemplo de estos ataques son el producido en año 1621 en el que explota el depósito de armas que había situado junto la Iglesia Mayor y el Ayuntamiento produciendo importantes daños arquitectónicos.
El 3 de junio de 1657 el Rey Felipe IV concede a Motril el título de cuidad. El motivo de dicha gracia viene de la lealtad demostrada a la corona con la retirada de sus guarniciones para sofocar la rebeliones que se producen en el reino, especialmente en Cataluña quedando Motril prácticamente sin protección frente a los ataque piratas, defendiéndose los motrileños con sus propios medios y sin revelarse contra el Rey por la retirada de los soldados. Esto demuestra al monarca la lealtad de los motrileños y por eso nos concede el título de cuidad y la separación la jurisdicción de Granada.
En 1778 nace en esta localidad FRANCISCO JAVIER DE BURGOS, político y Ministro de Fomento.
Otro hechos importante fueron los dos terremotos que se produjeron a principios y a finales del siglo XIX.
Durante la Guerra Civil Motril se convierte en frontera casi permanente entre los bando Nacionalista y Republicano, llevándose a cabo pequeñas refriegas.
El 31 de julio de 1993 Fallece el Rey Balduino I de Bélgica en su palacete motrileño de Playa Granada «Villa Astrida».
Parte de la historia de Motril está vinculada al cultivo de la caña de azúcar. Los Árabes la traen a Motril y aunque todavía se cultiva de forma mayoritaria se calcula que desaparecerá en próximos años debido a los bajos precios del mercado y a su poca competitividad. Este es el motivo por el cual la localidad es conocida con el nombre de «La Pequeña Cuba».
Aunque el cultivo de caña de azúcar, se ha convertido en un símbolo para la ciudad, desde los años 80 a 90, muchos cultivos pasaron a convertirse en invernaderos, los cuales son el verdadero motor económico de la zona junto con las cooperativas agrarias y alhóndigas.